Os bendigo mis pequeños en el nombre de mi Padre, de mi hijo Jesús y del Espíritu Santo.
Mis pequeños, dad beneplácitos a mí Inmaculado Corazón convirtiéndoos del todo al Señor Dios quién es sumamente compasivo y misericordioso para con el pecador. Dios en el que podéis encontrar toda complacencia.
Dad beneplácito a mi inmaculado corazón y abridme las puertas de vuestro hogar que soy la reina de las familias; familias que deben transformarse en un segundo hogar de Nazaret, con un toquecito de mi amor maternal; familias que deben permanecer unidas, ligadas dulcemente a nuestros Sacratísimos Corazones. Familias en las que debe primar el diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo; familias que deben ser escuelas de valores, porque es aquí la iglesia doméstica donde se construye, se edifica el proyecto de los hijos.
Yo soy la reina de las familias, os llamo a la fidelidad conyugal; no hagáis de vuestros lechos matrimoniales, nidos de demonios, porque el adulterio es la puerta abierta que ha llevado a muchísimas almas a la condenación eterna.
Allí, en el infierno, este pecado es castigado con máxima crueldad, porque el matrimonio es un sacramento, una fuente de gracia para la santificación y la salvación.
Yo soy la reina de la familia, la que pide un puesto de importancia en vuestros hogares; reina que debe ser homenajeada con su oración predilecta, “el Santo Rosario”. Rosario que, rezado en familia, os une en un amor celestial y el enemigo no podrá entrar al seno familiar; porque con el prodigio de esta oración, las puertas y las ventanas son cerradas para el enemigo y raudales de bendiciones os lloverán del cielo con un susurro de brisa suave porque tendréis como intercesores la Corte Celestial durante vuestras vidas y en la hora de la muerte también
Yo soy la reina de la familia, reina que os concederá gracias especiales si atendéis a mi llamado, porque satanás ha entrado a vuestros hogares por medio de la televisión y de la internet, os está desuniendo, os está robando el tiempo para que no oréis, os entretiene sutilmente para sustraeros de las cosas de Dios.
Yo soy la reina de la familia que quiere perfumar vuestra casa con su presencia. Reina que os quiere preservar de la adversidad, porque el enemigo pretende destruir y acabar con las familias que están perdiendo identidad y en las que ha penetrado el espíritu de división y en las familias en las que poco se cultivan los valores espirituales y religiosos.
En estos últimos tiempos, las familias están siendo semidestruidas por la influencia del modernismo que os está tiñendo de oscuridad; muchos padres han perdido la autoridad sobre sus hijos, que quieren gobernarse por sí solos, hijos que carecen de la figura paterna o materna, hijos que les ha tocado vivir un tiempo fuerte de confusión, porque estáis en la época en que lo bueno se le llama malo y a lo malo bueno.
Yo soy la reina de las familias y os traigo un mensaje esperanzador, muy pronto mi Inmaculado Corazón triunfara, muy pronto veréis a la mujer vestida de sol pisando con su talón la cabeza de la serpiente; por eso hijos míos, atended a mi llamado de conversión; volved al seno de vuestro Padre Celestial, Él os espera para abrazarlos como a hijos pródigos, Él os espera para quitar los ropajes de mendicidad que lleváis puestos y vestiros de trajes nuevos y, recibiros en una gran fiesta; fiesta porque habéis vuelto a su regazo paternal, fiesta porque habéis respondido con prontitud mi solicitud; fiesta porque al fin reaccionáis y despertasteis de vuestro sueño, os propusiste hacer de vuestras familias un encuentro recíproco de amor, tienda de encuentro porque allí habita Dios, allí están los santos Ángeles, allí está San José proveyéndolos del pan, allí estoy yo, arropándolos bajo mi manto celestial y dándoles alimento sólido porque una vez iniciáis el proceso de consagración a mi Inmaculado Corazón y maduraís la fe, están formando parte de mi ejército victorioso, estáis recibiendo la armadura de Dios para que batalléis como soldados rasos, estáis recibiendo la marca de los elegidos de Dios.
Mis pequeños, volved a Dios, no cambiéis sus leyes, vivid de acuerdo a sus preceptos, legalizad las uniones irregulares bajo el Sacramento del matrimonio, no pongáis en riesgo vuestra salvación, no entristezcáis más al Sacratísimo Corazón de mi hijo Jesús. Consolidad familias de acuerdo al santo querer del Señor.
El adversario os quiere disolver, influye en vuestros corazones para que aceptéis y promováis leyes permisivas, leyes perniciosas que llevan a la degradación moral, al distanciamiento con Dios, porque el cielo jamás aprobará leyes contrarias a las enseñanzas del Divino maestro.
Que la paz del Señor sea con vosotros mis pequeños. Yo los bendigo en el nombre de mi Padre, de mi hijo Jesús y del Espíritu Santo.
Os amo mis pequeños, adiós!